viernes, 6 de noviembre de 2009

Elizabeth

 “-¡Mi flor es efímera!- se lamentó el principito-.
Nada más tiene cuatro espinas para defenderse del mundo”
Antoine de Saint-Exupéry



Elizabeth era el nombre de una joven y talentosa bailarina que independientemente de su talento innato siempre causo sensación gracias a su belleza insólita, desde temprana edad se habían manifestado todas sus habilidades y pasar a la historia siempre fue su mayor aspiración.
Hija única y proveniente de una de las familias mejor acomodadas de toda la ciudad, sus padres eran más que amorosos con ella y siempre le brindaron cariño y comprensión.
¡Ah, pero todo lo que hay de bello en el hombre perece y no dura!, desdicha es lo único que queda ahora, desdicha y desolación.

Aún recuerdo el día que Elizabeth hizo su debut, yo estaba en primera fila y ella era una pequeña de apenas 11 años. Perfectamente podría recrear de manera abstracta cada movimiento delicado de su cuerpo y cada expresión sublime de su danza, su vestido era hermoso y hacía resaltar cada detalle de su casta e inocente belleza… ¿Cómo podrían olvidar los eones a esta niña prodigio?… esbelta, flexible y hermosa… más virgen que María y más hermosa que Julieta…
No pasó más de un año a partir de este inicio para que Elizabeth se volviera un fenómeno nacional y pocos meses después de esto vino la oportunidad de dar una gira en Europa… Pero desgraciadamente la inmortalidad siempre es gozada por aquellos titanes que, lejos de ser una maquinaria perpetua, imponen su propuesta al crear nuevos valores, aquellas mentes osadas que siempre buscan proponer algo diferente y derrumban todos los paradigmas obsoletos del sistema; jamás la gloria será recompensa de simios entrenados cuyo único objetivo es deslumbrar a las masas ignorantes con habilidades huecas y resplandecientes.
Y fue así como todo el mundo de lujo, fama y glamour se fue volviendo gradualmente un infierno monótono y sin sentido.

Con el paso de los años Elizabeth era cada vez menos flexible y dado su metabolismo le resultaba difícil mantener un cuerpo escultural; no paso mucho tiempo para que nuestra protagonista se volviera una ferviente fanática de la bulimia y las drogas eran lo único que la hacía escapar de su decadente realidad. Cada viaje ácido era mejor que el anterior, supongo, algunas veces la vi bailando sola en su habitación y haciendo reverencias al borde de las lágrimas, quizás asaltaba su mente el recuerdo aquellos días donde ella era el centro de atención….
Y así fue como Elizabeth se fue volviendo vieja; supongo que los años la terminaron poco a poco, gradualmente la vida le fue arrebatando todo aquello que le dio: ¡amigos!, ¡amor!, ¡dinero!, ¡fama!… ¡otro ejemplo de nuestro universo en equilibrio!

En la actualidad el nombre de esta niña prodigio quedo fuera en la memoria de las bellas artes, son contadas las personas que, como yo, pueden agradecer un poco a la vida el haber presenciado un acto tan exquisito como el que alguna vez dio Elizabeth en su debut, supongo que las niñas prodigio ya no son sorprendentes a los 15 años y ella jamás hizo algo que ameritara una excepción; pobre Elizabeth, ahora solo queda tu sombra, tu marchito cuerpo y tus zapatillas de Ballet, ¿dónde están tus maestros?, ¿dónde tus admiradores? y ¿dónde aquel sujeto que te juraba amor?; pobre Elizabeth, me dueles en el alma, pero me alegra al menos saber que te dan una buena dosis de droga en este hospital mental, ojalá tus sueños invoquen el pasado y que en tus fantasías no acabe tu debut jamás….







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