Llegó otra vez abril
con sus cuentas nuevas,
desafiantes calores
y frutales colores,
voluptuosa primavera.
Así, como si nada,
un año más en la espalda.
No lo callan el calendario
ni el espejo
ni los achaques nuevos
del alma atormentada.
Tus pasos hacia el sol aquella tarde,
decididos y firmes,
dándome la espalda.
No me restó
sino perderme
entre la angustia
y la multitud
confiando en la caridad
de la memoria magra.
Quedamos, así, atrás
embebidos en el silencio
y las manos atónitas,
en caminos dispares
apostando por ese olvido
que el andar del tiempo
trae con sus pisadas.
Fue al parecer tan sencillo,
bastó un aluvión de palabras.
¡Falso!
¿Dónde tantos ayeres,
tantas intensas caricias,
tantos besos desaforados,
tantas cómplices miradas?
Abril llegó de nuevo,
entre exuberancia
de flores y amores,
y la inequívoca estridencia
de tu ausencia,
sombra que aturde
lejanía que amarga.
NÁUFRAGO (de vuelta)