Divertimento No.1

 “Te equivocaste de nuevo, nunca debiste quererme…”
B .G. C.

No se si sea verdad o me estoy volviendo loco, pero justo desde aquí resulta que puedo verte; engañosamente escondida detrás de un vestido azul (el ropaje de la hipocresía).
Es grato verte ahora, y digo ‘ahora’ solo por hacer referencia a la peor de mis temporadas, los días más nublados desde que no esta a mi lado Berenice.
Bendita seas entre las mujeres, inseparable compañera de mis noches tristes, se que nunca me has desamparado (y estoy agradecido), pero el día de hoy no puedo ignorar la ira que me invade al verte, mis ojos no pueden dejar de mirarte solo como a la tonta burla del destino que viene a confirmarme el imposible retorno de Berenice. Y aun así, prefiero sonreírte porque me dan ganas de matarte.

Después de un breve lapso de torpeza mutua decides acercarte, sonriendo, de una manera estupida, tu inocencia me embriaga de negrura y recorro con mi vista todas las partes de tu cuerpo, cada una me sugiere tormentos diferentes, y después de tantos sobreexcites desaparece toda racionalidad de mi deseo. En este momento prefiero quedarme quieto y observar, eso es algo que aprendí de los depredadores; por otra parte, he admito mi pragmatismo en repetidas ocasiones…

Hasta el día de ayer me la pasaba pensando sobre un buen uso del Kenjutsu, pero el día de hoy me encuentro limpiando la sangre en mi Katana. Soy de los que creen que la muerte debe ir acompañada de cierta belleza y señorío, y no he encontrado una forma mejor de fallecer si no es decapitado con una espada japonesa. Ella ha tenido suerte (supongo) de toparse conmigo, no cualquiera tiene estas preferencias y hubiera sido lamentable verla morir de vieja en la cama de un hospital.

Hay tantas cosas que yo ignoro de la muerte y ahora ella las sabe.
Fue fantástico ultrajar su cuerpo muerto, pero ella nunca lo sabrá.
La ignorancia ajena es el conocimiento propio, a la naturaleza le encanta el equilibrio…